Fundador, director emérito y miembro honorario del consejo superior
Dr. Camilo Cabrera Polanía
1932-2024
SUS INICIOS
Camilo Cabrera Polanía habría seguido el camino del sacerdocio si hubiera acatado la instrucción que le dio su madre cuando era niño. También hubiera podido ser torero, pues la tauromaquia lo sedujo durante aquellos años de juventud que vivió en España participando en tientas con el matador Pepe Cáceres. Sin embargo, su vocación la definió una herencia familiar marcada por sus ancestros médicos. Esa inclinación lo llevó a convertirse en cirujano cardiaco, pionero en una época en la que la mayoría de los municipios colombianos estaba en manos de curanderos.
SUS ESTUDIOS
En su adolescencia, la familia abandona esa vida de vaquería, para radicarse en Bogotá, donde el joven Camilo termina sus años escolares en la Escuela Militar. Continúa su ascenso estudiando medicina en Sevilla, España, precisamente después de la Guerra Civil de ese país y gracias a una alianza que permitía a los jóvenes latinoamericanos estudiar con facilidades en dicha ciudad. Dos años vivirá en el Viejo Mundo. Al regresar al país, entra a la Universidad Nacional, la única en Colombia que en ese momento podía hacerlo médico. Para entonces, Orlando y Reinaldo, dos de sus hermanos, comienzan a seguirle los pasos. Lleva a cabo su residencia médica en el Hospital San Juan de Dios, el mejor de Bogotá y uno de los más famosos del país en los años 60.
Afortunadamente, cuando terminaba su carrera surgió un programa —copiado de Boston— que le permitía obtener el título de cirujano después de cuatro años de residencia. Hasta ese entonces, quienes operaban pacientes en Colombia habían tenido que estudiar en el exterior. La nueva oportunidad le permite al doctor Cabrera alcanzar el grado de profesionalización sin tomar un avión con otros rumbos. De las 14 personas seleccionadas, entre las que estaba Camilo, terminaron apenas cuatro, incluido él.
Durante el último año de ese entrenamiento, llega de Mineápolis el especialista en cirugía cardiaca Emilio Echeverri, quien capta la atención del doctor Camilo, al punto de que decide pedir una rotación con el recién llegado. Para entonces, el doctor Cabrera era un investigador que leía cuanto artículo se relacionaba con la especialidad. Sabía que un paciente con problemas cardiacos, como requerir un baipás coronario, tener una válvula estrecha o padecer una cardiopatía congénita, siempre era remitido al Texas Medical Center de Houston, pionero en cirugía cardiaca. Así que se comunica con ese centro médico y emprende la “odisea” de aprender inglés para lograr que aprobaran su ingreso como estudiante. Durante tres años, Estados Unidos no solo será su casa, sino también la fuente de todo su aprendizaje. De esta manera, abona el terreno para que su hermano Reinaldo pueda alcanzar el mismo sueño.
SU VIDA PROFESIONAL
El deseo de ayudar a los niños comenzó en el Hospital de la Misericordia. Allá, con mi hermano Reinaldo, palpamos el cariño por los niños de toda la gente del hospital y especialmente de la familia Barberi. Pero allá también vimos la gran miseria de muchos niños y su enorme necesidad para sobrevivir. Era en ese momento el único hospital verdaderamente de caridad que había. Existía el Hospital Infantil, muy bueno, pero con mejores ingresos. Además, la población infantil pobre de la ciudad y del país en general llegaba a La Misericordia. Ver esa dificultad, sobre todo en la parte cardiaca, nos llamó la atención y nos inquietó mucho. Sí, naturalmente, había muchos cardiólogos para adultos.
La suerte, que siempre lo ha acompañado, le permitió estar en el momento preciso en que se aplicó el baipás coronario en Estados Unidos, y este conocimiento lo llevó a ser pionero en el Hospital Militar de Colombia, hecho que salvó la vida de muchas personas. En aquella época, recién llegado y con tanto conocimiento adquirido, el doctor Camilo se convirtió en uno de los médicos más aclamados de otros hospitales, como el San Juan de Dios, y a la par comenzó a trabajar con su hermano Reinaldo en el servicio de caridad del Hospital de la Misericordia. Así, dieron sus primeros pasos estos visionarios que sentaron las bases de la Fundación Cardioinfantil, obra inspirada en lo que conocieron en Houston.
Muy pronto, ya con su propio consultorio en la Clínica de Marly, la vida del médico Camilo Cabrera tuvo como brújula únicamente la salud de sus pacientes. En algún momento se encontró enseñando en las mañanas en la Universidad Nacional, trabajando en las tardes en la Fundación Clínica Shaio como jefe de Cirugía Cardiaca, y al mismo tiempo atendiendo enfermos en el Hospital San Juan de Dios. La cantidad de trabajo que manejaba era inversamente proporcional al número de especialistas con conocimientos de cirugía cardiovascular; además de él, solamente Emilio Echeverri y Jaime de la Hoz.
El doctor Camilo cimentó su prestigio a partir de 1963, y por eso fue invitado a formar parte de la Fundación Santa Fe, en la que trabajaría durante 14 años, paralelamente a su labor en la Fundación Cardioinfantil.
LACARDIO
Me pareció un milagro ver un corazón en las manos… y luego verlo parado… y luego ver reactivada la contracción con choques eléctricos… Me fascinó… me impresionó… Entonces fue cuando me entusiasmé por la cirugía cardiaca, que apenas comenzaba en Colombia, o por lo menos en Bogotá…
Así, con pausada emoción, recuerda el doctor Camilo Cabrera Polanía, fundador y gestor con su hermano Reinaldo de la FCI, aquellos segundos en que presenció por primera vez, desde el auditorio del hospital San Juan de Dios, una operación de ese órgano. Apenas se iniciaban los estudios modernos del corazón y ni siquiera existían las ecografías; solo se contaba con el fonendoscopio y el cateterismo; así que el diagnóstico era difícil. Las tres primeras salas de cirugía que se lograron construir en la Cardioinfantil, gracias a las donaciones, fueron insuficientes, pues llegaron todos los menores de edad del país que requerían atención y no tenían dinero, hasta que en 1993 entró en vigor la Ley 100 y los pequeños quedaron cubiertos por ella.
Para el doctor Camilo, educador innato, era labor imprescindible de la Cardioinfantil lograr la correcta formación de los profesionales de la salud. De este modo, luchó para conseguir el dinero necesario que permitiera enviar a México y Estados Unidos a idóneos muchachos reciénegresados de medicina, para darles la misma oportunidad de aprender que él tuvo. Esos jóvenes regresaron ya como radiólogos, pediatras y cardiólogos para apoyar a la Fundación. Todos ellos han sido sus alumnos, su actual legado, ya que hace seis años el doctor Camilo se retiró de la cirugía, aunque sigue acompañando las decisiones de la Fundación y permanece en el Consejo Directivo.
Actualmente, reconoce que no solo hizo realidad su sueño, sino que además ha logrado inculcar valores para que quienes trabajan en la Fundación sientan a la institución como su segunda casa. En su oficina, vestido con traje y corbata, el doctor Camilo se apropia de las palabras y desmenuza su historia lentamente: disfruta de cada recuerdo, sonríe en algunos momentos, y su cara solo refleja nostalgia cuando rememora a su fallecido hermano Reinaldo. No obstante, concluye que siente la misma felicidad y el mismo entusiasmo de cuando comenzó su vida de cirujano.
El doctor Camilo Cabrera con su esposa la señora Cristina de Cabrera
La persona inteligente no habla, actúa
Doctor Camilo Cabrera Polanía