La resistencia: ¿Un tema de comunicación o de adaptabilidad?

Hoy es tendencia mundial y mucho se habla de lo que puede representar la llegada y desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) en diferentes áreas del conocimiento, siendo el sector salud uno de los últimos en empezar a experimentar en nuevas tecnologías y entender la revolución digital actual. Las razones de este fenómeno, aunque variadas, tienen fundamento en una ciencia basada en lo tradicional y creyente del método científico, lo que hace que pocos promuevan el cambio.  

Por tradición, en el sector salud, la adopción de nuevas tecnologías se da por vía del método científico, garantizando desenlaces positivos y disminuyendo la probabilidad de error teniendo presente que se trata de un sector cuyo propósito es preservar la vida humana. Son procesos cuya velocidad de adopción es lenta y con aviso previo.  Es por lo que para nuestro sector la llegada de la IA se sintió como cuando estas en el mar y llega una ola que te tumba y te da mil vueltas. Mucha información en poco, muy poco tiempo.

Empezamos a ver como la IA impacta en los diferentes sectores y como esto revoluciona la manera en la que capturamos, guardamos y analizamos los datos. Mucho se ha expuesto al respecto, generando un sentimiento de inquietud hacía, la mal interpretada, “caja negra” de información. Al permear el sector salud, muchos de los profesionales manifestamos nuestra preocupación en el cómo esto iba a impactar en la prestación de los servicios y los desenlaces en los pacientes

Desde nuestra percepción la resistencia al cambio en el sector nace de un error en comunicación.  El reto: comunicar el cambio a un sector que tiene resistencia al cambio. Y si, en salud no somos conocidos por querer cambiar nuestras prácticas milenarias que han mostrado resultados positivos, simplemente porque “siempre lo hemos hecho así”, lo que se convierte en una paradoja cuando realmente la investigación médica y el método científico nos lleva a conocer e implementar nuevas formas de tratar las patologías de nuestros pacientes, retándonos a obtener mejores resultados, solamente que a paso lento y pausado.

Replicar nuestro comportamiento o “inteligencia” a través de IA tiene ventajas importantes como ya se ha demostrado en diferentes sectores, pero cuando se busca trasmitir estas ventajas al personal de salud el enfoque al COMO revolucionar la medicina desde todos los aspectos del proceso en salud como l impacto en la operación en tareas que pueden ser automatizadas hasta su uso en genética y detección de enfermedades., en muchos de los casos genero un sentimiento de incertidumbre sobre lo que podría pasar con muchas de las tareas que se realizan día a día y los diferentes puestos de trabajo involucrados en la prestación. Efecto de ello, el foco de la conversación dejo de ser el impacto positivo de la IA en términos de optimización de procesos y análisis de datos, para pasar a ser un enfoque con tinte negativo, fundamentado en una mala interpretación del reemplazo de personas por IA.

Es indiscutible que la IA llego para quedarse y como herramienta para fortalecer los diferentes procesos y no como un reemplazo al oficio que como personas realizamos. primero, debemos saber que los pacientes van a seguir siendo personas que prefieren ser tratados por personas, la humanización, como pilar en la atención en salud, y todo lo que conlleva un trato digno seguirá siendo propio de la gestión de una persona, ya sea el médico o la enfermera. Segundo, la toma de decisiones integral, las cuales consideran aspectos sociales, económicos, físicos que no se analizan a través de los datos y es la persona quien analiza y toma las decisiones correctas apoyado en la data correcta. Tercero, La IA como herramienta en el apoyo diagnóstico y algoritmo de tratamiento de los pacientes tiene un gran valor, por la cantidad de datos que puede analizar y puede dar recomendaciones en cuanto a los desenlaces clínicos, pero no genera toma de decisiones; como estos, hay muchos ejemplos generales y específicos de lo que puede hacer las IA y la manera en la que puede complementar las actividades realizadas por humanos.

Hoy, con tranquilidad, la IA no debe verse como el enemigo o quién va a reemplazar a las personas, sino que se convertirá en una herramienta para ayudar a las personas en tareas rutinarias para impulsar otro tipo de funciones, que, sin duda, debe realizar el ser humano.